Cartas para Lucía

Lucía, ni idea qué fue lo que hice. No importa. Esta historia tiene su gracia y al final irá así. Antes de conocerte, justo antes de hacerlo, uno o dos días antes, pensé que el tuyo era un lindo nombre y que si de la nada, si algún halo de luz me daba una hija, la llamaría así: Lucía. Supongo que tu nombre viene de la luz o algo así, pero también de entender que las historias se cuentan mejor si son en pasado. Así, que aunque sea cacofónico, me gustaría comenzar a contar -en pasado- un Lucía lucía de la manera más bonita cuando la ví por primera vez.

Y además de preguntarme si fumaba, me cayó mejor cuando no peleamos ni una vez. 

La historia fue así, yo le conté que me gustaba en medio de 8 litros de cerveza y a ella le bastaron tan solo dos segundos para darse cuenta de que eso no era solo así sino que también estaba enamorado. Por eso, dos segundos después, se fue. Y bastante caso que sabe hacer porque, en medio de un debate que era solo mío, le dije: si puedes destrozarme, hazlo. Te doy todo ese derecho. Y eso fue lo que hizo. Sonó de repente asesinamé de Charly.

Lucía te escribo esta carta porque no te llegará, si te llegara escribiría cosas peores. Aún no he sabido manipular mi paciencia. 

A ver, después de dos mezcales fuimos muy sinceros y eso fue lo primero; luego tu cara buscando la mía en medio de la miopía; pero sobre todo fue, como si fuera una película de detectives, iluminándosete el rostro que me hacía preguntarme qué demonios hacia yo ahí. Lucía lucía siempre, con la luz, cada vez más bella. Aunque todo fuera laboral.

Y luego fue la luna, luego el sol y luego la luna de nuevo. Y allí antes de desaparecer me dijiste, no nos vamos a besar. Y yo te dije ¿por qué no?

Y como lo tuyo es la paciencia y lo mío es siempre correr. Tú te quedaste esperando a que esa llamada no existiera y yo me fui corriendo pensando en que eras irreal. 

Lucía ya no lucía, aunque seguía siendo guapa, yo finjo por lo general que es un sueño porque, desde hace tiempo, yo no escucho moverse las tripas hacia ningún lugar. 

Fueron unos buenos 10 días. 

Hay nombres que solo valen la pena si se nombran en pasado. 

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