Íbamos caminando Bruna, Jeva y yo, vamos en orden de grandeza. La agresión y rabia (canina) va a la inversa. Se supone que así funciona. A Jeva no se le pueden acercar los perros porque los ataca con odio, Bruna los ataca con ternura. A mí ninguno de los dos porque luego termino con la cara en el asfalto. Pasamos a vivir de Condesa a San Pedro de los Pinos, en Condesa la vida es rápida, como si no hubiera mañana; en San Pedro, bueno, en San Pedro las calles son pequeñas y Bruna se antoja en hacer pipí cada dos metros, o menos. En la primera escapada de esfinteres, tapa toda la banqueta, un señor no sabe qué hacer y espera, Bruna y él cruzan miradas, ternuras en tiempos y especies distintas. Luego, el señor me ve, me dice, "¿qué más puedo hacer?" Pensé, señor, bajarse de la banqueta, pero solo sonreía. "Paciencia, es lo que más nos falta a todos" Y sigue su camino. Bruna lo ve, como entendiendo lo que dijo y mueve la cola con su rabo, también, agradece el no apuro.