El día en que no jugaron los árbitros



Entre el Calderón y el Bernabéu la distancia no es tan corta, cinco puntos en un torneo largo si parece serlo pero que placentero es.

Otra vez vuelve a pasar. Lo que antes podía parecer una lucha de David contra Goliat fue aminorando al paso de los minutos. Luego de los once se vislumbraba una lucha de igual proporciones, en la que el visitante del Santiago Bernabeu iba agarrando coraje con Diego Costa y el dueño de casa buscaba  la resortera de David para matar sin salir lastimado, con juego desde fuera del área. Si alguien sabe dónde está Benzema, por favor, comuníquese con Ancelotti.

Así, nadie del blanco se vió como espectáculo a excepción de un Morata que debió estar desde el principio. Casi hace daño pero Courtouis siempre esta atento. El exceso de talento lo distrajo en el último minuto. 

La imagen principal del canal de televisión repetía la salida de un Tiago en la previa del partido, parecía un fallo de los técnicos pero no, el número cinco de los colchoneros pareció ser dos en la cancha. Cuando tuvo que pasar del medio a ayudar a repeler los ataques por las bandas de los del equipo blanco. Koke habla con sus botas, su calidad camina sola. 

Costa devolvió el triunfo, las segundas oportunidades son buenas. Erraron otros tantos goles pero la mano del entrenador hizo, y no en vano, que la defensa no lo hiciera. Si los balones recuperados valieran como goles. el puntaje como de basket lo hubiera ganado -también- el club de manzanares con amplia ventaja. 

A Mateu Lahoz no hay que buscarle reproche. A diferencia de la pasada jornada del Real Madrid, supo cómo contener sus preferencias se dio cuenta de que no había ganancia. Mantuvo con la cabuya corta a ambos y si alguien se escapaba lo cacheteaba con una sonrisa devolviendo la oveja al carril. Bien por no dejar el espacio para la duda. 

Simeone ha sabido integrar a un grupo que parecía no engranar. La clave del equipo es esa misma: en la diferencia está el gusto. 






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