No te olvides que soy distinto de aquel, pero casi igual

Dos historias en paralelo se van desarrollando hasta encontrarse. En el presente, ellos, los que aparecen en el póster promocional, que me recuerda al de "Ventajas de ser invisible" también basado en un libro, se encuentran ante la depresión de la pérdida. Él, Martin Sixsmith, interpretado por Steve Coogan , ha perdido recientemente su empleo como asesor del Partido Laborista del Reino Unido; y ella, Philomena, intepretada por Judi Dench, está realmente en el pasado, unos 50 años atrás, triste porque perdió algo también, algo mucho más grave, su hijo.

Esta historia, la del pasado, se resuelve en unos flashback que dejan al espectador pidiendo el próximo cada vez que la trama vuelve al presente. Ella, la joven Philomena (Sophie Kennedy Clark) es una sucesión de dolorosos recuerdos que juegan entre pasado y presente: enamorada en un parque de diversiones. Embarazada. Abandonada en un convento de monjas por su padre, donde paga lavando, su estadía y la de su hijo al que solo ve una hora diaria.

Como un propósito desinteresado, Martin accede luego de la insistencia de la hija de Philomena a investigar la historia de una madre que perdió a su hijo de tres años de edad, habiendo sido este dado por las hermanas del convento a una familia estadounidense, los más pudientes para la época.

Este es el punto de partida donde ambos, madre y periodista, cincuenta años después del suceso, intentan descifrar el paradero desconocido de Anthony -el nombre original puesto por la madre- sólo por una frase "Si habló alguna vez de Irlanda", como último aliento de esperanza, de creer que aun está en su memoria.

Aunque polos casi opuestos, ella, Dench, nominada en los Oscars como mejor actriz principal, representa a una tierna y longeva mujer que no puede expulsar las culpas ajenas, hace olvidar completamente a la figura que representaba en Skyfall o Shakespeare in love, no sale de sus casillas, es casi sumisa pero no suele ser la recatada dama de sociedad; Dench juega con el humor que llega a los puntos de climax del arquetipo de la "viejita cuchi"; por su lado, Coogan, lo hace quizás aun mejor, comparándolo con sus trabajos anteriores en el género comedia, su exploración en el drama es respetable. Los roles están cambiados. Cayendo en el cliché la atracción magnética de ambos personajes por su oposición hizo profusa la trama, él, Coogan, merece un diez, capaz sorprenda por su adaptación como mejor guión.

Tiene en trasfondo una critica profunda hacia cualquier espectro de la sociedad corrompida, tocando quizá todos los matices que esta alberga: la religión tergiversada, la política pacata y el periodismo con fines de lucro. Muestra el lado oscuro de las cosas, sin ser un celuloide demasiado dark para que aburra, sabe manejar los hilos de una historia cargada con tragedia. Todo esto está en el libro del real Martin, The lost child of Philomena Lee.

Suena una canción de Los Rodríguez, 10 años después ¿quién puede volver atrás? parecía imposible, pero no. ¡Ahí está Philomena!

P.D: Gracias, Martin por no escribir de la revolución de octubre






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