World Press Photo 2021: Volver a las raíces.

Visité el World Press Photo de este año. Es, también como cada año, la reiteración de lo sublime en la tristeza. 

Como migrante y sin saber, la imagen de una composición cuya temática era simplemente eso, la migración del continente africano hacia Italia, me tocó hasta bordear las lágrimas, las fotos no eran más que ojos, profesiones y amigos viendo a un lente que los golpea como si fuera un pasaje al pasado que abandonaron; nadie quiere migrar cargando el bolso de la melancolía. 

¿Quién nos obligó? Una decisión que no toma quién se va. Quien se va no huye de una persona sino del  tiempo y de ese territorio que se fue formando y que ya no es suyo.


ALISA MARTYNOVA: NOWHERE NEAR


Avisar la suerte de encontrar tierra segura no es tarea fácil, ¿qué pasa si no queda más nada? El recorrido de la exposición comienza por la injusticia social que deviene territorio cuerpo, territorio libertad, territorio salud, territorio supremo, territorio por territorio y que va a evolucionando hasta convertir el último espacio de la tristeza, como diría mi psicóloga, en miedo, para transformarse en enojo, esto también lo diría Yoda. 

Por eso, ese camino que se forja a través de las imágenes, con sutilezas de cariño, es cómo nos vamos concentrando en ser menos conectados hasta crear un caparazón que sin querer, nos alienta, a querer defendernos de lo que sea, de tener más armas de las que podríamos usar, mientras otras apenas usan la subsistencia como arma. 

La exposición termina aguzando el ojo, la beldad, la estética de quien observa, como nosotros mismos; mientras todo sigue avanzando hacia lo primitivo.  

En algunos lados protegerse de los demás es ley de vida.
En otros lados, proteger la vida es ley, a secas.

Seguimos siendo depredadores de nosotros mismos.



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