Juego familiar

Cuando comencé a ver el 18º Festival de Cine Español me preguntaba que cosa era lo que me atraía tanto de él. La respuesta es tan simple como su ejecución, tiene grandes narrraciones ejecutadas con una sencillez que pareciese que no hace ningún esfuerzo. Aún así, se arriesga y, aunque no me ha tocado, con el riesgo pasa que también puede que caiga en el ridiculo. 

En este cuarto filme de Daniel Sánchez Arévalo, La gran familia española, el riesgo profundiza en un ridículo absurdo, creo que con toda la intención, muy a un estilo de un Wes Anderson hispano, sin una gama cromática tan intensa. Toca a profundidad unos personajes rígidamente marcados por una fuerte psicología que lleva al espectador de la mano por un camino que roza por la gracia para dar, como se hace con los toros, un mareo humorístico que deviene en una estocada humana. Duelen más las cosas cuando preceden de una alegría. 

Un padre (Héctor Colomé) y sus cinco hijos Adán (Antonio de la Torre), Benjamín (Roberto Álamo), Caleb (Quim Gutiérrez), Daniel (Miquel Fernández) y Efraín (Patrick Criado) en el marco de la final del mundial Suráfrica 2010 preparan una boda, la de este último, la del hijo menor. Dos líneas paralelas o cinco que hacen que la historia subyacente pase desapercibida, es todo de frente porque todo pesa y se entrelaza. Todo tiene un equilibrio agónico necesario que decanta en una implosión familiar, las respuestas como proceso más intenso de la vida son los sacrificios. 

Aparentemente sin ir muy lejos, es un aprendizaje dentro de las proximidades familiares, donde la cuerda revienta por la parte más floja. Mucho color, mucha experimentación cromática y estilística para Sánchez Arévalo que da un guiño a los espectadores de caracterizarse, de colarse con directores contemporáneos y sus fetiches actorales. 

Entre tanto color, al parecer la diferenciación entre sus personajes, se redescubren como personas, extraen los estereotipos y se vuelven de carne y hueso. En lo posiblemente correcto y hace una intensa reflexión para quien ve el filme acerca de la confianza, del amor. Evidentemente, un crítica desde su título a las poses establecidas que determina lo correcto, los cánones. Es un grito de liberación, como un intenso grito de gol que emociona, que nos hace felices. Bien decía Fellini que felicidad se encontraba en decir la verdad sin herir a otro. Así también ser marcan los goles. 


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